La prohibición de hacer campaña
por el voto en blanco emitida por el Consejo Nacional Electoral (CNE) es una
ofensa a los opitas. A través de una típica maniobra truculenta y leguleya
pretenden silenciar la voz de una gran parte de la ciudadanía huilense.
Ciertamente estas elecciones a
gobernador son atípicas, costosas y la interinidad supone un desgaste
administrativo. Sin embargo, no por ello se puede intentar suprimir la libertad
de elegir entre diferentes alternativas; menos aún cuando se tiene un solo
candidato y los costos de la tendencia actual pueden ser muchísimo más altos en
el mediano plazo.
La sociedad civil esta despertando
y manifestando democráticamente su descontento con la forma de actuar de la clase
política tradicional y los problemas que enfrenta el Departamento. No tenemos
que esperar a que estos exploten – como esta ocurriendo en Casanare, por causa
del cinismo de los politiqueros – para promover
cambios necesarios y saludables.
La decisión del CNE, promovida
por el gerente de campaña del candidato único de la llamada Unidad Regional,
fue dada a conocer por el presidente de
la corporación, el magistrado Carlos Ardila Ballesteros. El mismo señor Ardila,
que compartió bancada en el Congreso con el senador Villalba, presentó ante la
plenaria de esa corporación las demandas por la supuesta “realización
indiscriminada” de propaganda a favor del voto, según un artículo de La Silla Vacía.
En una entrevista para el mismo
artículo, Antonio Lizarazo, exmagistrado del CNE, afirmó que le “parece
exagerada esta prohibición pues la participación en política hace parte de las
libertades ciudadanas, independientemente de que el comité promotor se hubiese
inscrito o no”. ¿Por qué quieren imponer de esta manera a su candidato? ¿Por
qué no están dispuestos a enfrentar con argumentos y propuestas convincentes a
este singular contrincante? Por sus obras los conoceréis. Me gustaría ver al
CNE actuando con la misma diligencia y determinación ante los evidentes excesos
en las campañas tradicionales que desbordan los límites legales de financiación.
El deseo de evitar estos altos costos fue seguramente otra de las razones que
motivaron esta alianza.
Los tiempos han cambiado. La
opinión pública se ha fortalecido y se puede expresar más fácilmente. La clase
media en ascenso exige mejoras sustanciales en las condiciones económicas y sociales
del Huila. Si bien el voto en blanco por sí solo no es una solución a los problemas
de fondo, es un buen mensaje no sólo para la clase política tradicional sino
también para todos los huilenses. En todo caso, se necesitan propuestas
alternativas y por eso opitas bien preparados, con fuertes principios éticos y sin
compromisos turbios deben dar un paso al frente. Sí podemos.
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