domingo, 31 de agosto de 2014

¿Buitres rondando la Universidad Surcolombiana?

No soy egresado de la Universidad Surcolombiana pero por ser profesor allí  y, sobre todo, por ser huilense, me interesa que progrese.

La USCO, como se le conoce, es la única universidad pública de nuestro Departamento y su misión primordial es aportar al desarrollo humano integral de este y de la región surcolombiana en general.

En el tiempo que llevo laborando en la Universidad me he percatado con mayor claridad de su principal activo: los estudiantes. Muchos de ellos vienen de los pueblos del Huila  y estudian con mucho sacrificio y con muchos anhelos de progresar. De igual forma, he conocido profesores y directivos que aman a su claustro y trabajan arduamente para verlo prosperar – incluso gastando de sus propios recursos.

También he visto, sin embargo, aspectos en los que falta mucho por mejorar. En particular, la universidad tiene grandes retos en temas de infraestructura, investigación y bienestar universitario. Si bien es cierto que en parte estas falencias reflejan la crisis presupuestal de la universidad pública en Colombia, también es cierto que a veces reflejan ineficiencia, falta de planeación y, no pocas veces, corrupción.

Es en este contexto que preocupan mucho los rumores e indicios de que algunos politiqueros inescrupulosos estén intentando influir en la elección de rector que se realizará el próximo 11 de septiembre.

Si algo se le reconoce al anterior rector es que mantuvo a la universidad libre de injerencias indebidas de los políticos hasta donde pudo. Candidatos ofreciendo el control de dependencias o facultades de la institución educativa a politiqueros  con hambre de convertirla en un fortín político – para nombrar y dar contratos a sus clientelas con base no en el mérito sino en el amiguismo –, tenderían a agravar aún más la situación de la USCO y a impedir su posicionamiento en el ámbito nacional, tal como lo han logrado otras universidades regionales.

No debemos olvidar que la Universidad administra el cuarto presupuesto más grande del Huila y tiene sedes en varios municipios. ¿Por qué el interés inusitado de varios políticos en la Universidad, siendo que no han brillado precisamente por su gestión para sacarla adelante? O, ¿es que solamente se mueven por intereses burocráticos y clientelistas que son los que alimentan la corrupción?

Por ejemplo, ¿por qué no han gestionado – como les fascina decir – recursos significativos para la Universidad o, por lo menos, presionado a la Gobernación para que le gire a la institución lo que por derecho y lógica le corresponde? Cuando hablan de aumentar la competitividad y mejorar la educación del Huila, ¿a qué se refieren en realidad y cómo pretenden lograrlo?

Estudiantes, profesores y egresados, que elegiremos al rector, debemos ser conscientes de este riesgo, exigir a los candidatos transparencia, honestidad e independencia y tenerlo en mente a la hora de votar.

El plan alemán de reconversión energética

La semana pasada Alemania alcanzó un nuevo record mundial al producir sus plantas de energía solar 22 gigavatios de electricidad por hora, lo equivalente a la producción de 20 centrales nucleares.  Actualmente la capacidad instalada de Alemania para generar esta energía fotovoltaica es similar a la del total del resto del mundo y provee cerca del 20% de la energía que consume el país.

Este logro es el resultado de una política energética cuidosamente diseñada e implementada por parte de los alemanes: El “Energiewende” o plan de reconversión energética aprobado hace cuatro años tiene como objetivo reemplazar la energía nuclear y de origen fósil (es decir, el gas natural, el carbón y el petróleo, carbón) por energías renovables (como la eólica, la solar y la biomasa) buscando la protección del medio ambiente, costos asequibles para la población alemana y la seguridad energética del país.

El plan tiene como objetivo para el 2020 generar con renovables el 35% de la energía, reducir las emisiones de gas de efecto invernadero en un 40% desde los niveles de 1990 y disminuir el consumo de energía en un 20% en comparación al 2008; mientras que para el 2050, las metas son del 80%, 90% y 50%, respectivamente.

Según la Agencia Internacional de Energía, la electricidad renovable pasó de representar el 6.3% en el 2000 a cerca del 30% en el primer trimestre de este año e, incluso, en días soleados y con suficiente viento, los paneles solares y las turbinas eólicas proveen hasta la mitad de la demanda de electricidad del país.

Hoy en día el sector de la energía renovable en Alemania, uno de los más innovadores y exitosos en el mundo, genera alrededor de 400.000 empleos directos superando ampliamente a los que genera el sector energético convencional. Esta potencial industrial ha logrado separar su crecimiento económico de las emisiones de gas de efecto invernadero y está en camino de cumplir su meta trazada en el Tratado de Kioto sin acudir a mecanismos de flexibilidad.

Los teutones, sin embargo, enfrentan grandes retos como, por ejemplo, construir grandes redes de alta tensión y optimizar las ya existentes para poder transportar la energía generada por los 29 parques eólicos ubicados en el Mar del Norte y en el Báltico hasta las zonas industriales del sur de Alemania y, a la vez, garantizar que esos molinos de viento no afecten los ecosistemas marinos.

En otras latitudes más tropicales, nos podríamos preguntar cómo estamos aprovechando el sol y el viento que también “producimos” – y padecemos en algunas zonas. En el país en donde se anuncian con bastante pompa y fanfarrea nuevas “políticas revolucionarías” cada cinco o diez años, ¿qué planeamos hacer para reconvertir nuestro sistema energético con el fin de detener la destrucción de nuestros ecosistemas y recursos naturales?

En el marco de la nueva Ley 1715 de 2014 que promueve el aprovechamiento de las fuentes no convencionales de energía, así como al fomento de la inversión, la investigación y el desarrollo de tecnologías limpias, ¿qué metas concretas e indicadores de seguimiento claros se han establecido para lograr su objetivo? El Energiewende es una estrategia respaldada por inversiones millonarias, ¿en Colombia cuántos recursos de van a destinar? Me parece que son algunas preguntas que nos debemos plantear para que el proyecto no se quede sin energía.

El plan alemán de reconversión energética

La semana pasada Alemania alcanzó un nuevo record mundial al producir sus plantas de energía solar 22 gigavatios de electricidad por hora, lo equivalente a la producción de 20 centrales nucleares.  Actualmente la capacidad instalada de Alemania para generar esta energía fotovoltaica es similar a la del total del resto del mundo y provee cerca del 20% de la energía que consume el país.

Este logro es el resultado de una política energética cuidosamente diseñada e implementada por parte de los alemanes: El “Energiewende” o plan de reconversión energética aprobado hace cuatro años tiene como objetivo reemplazar la energía nuclear y de origen fósil (es decir, el gas natural, el carbón y el petróleo, carbón) por energías renovables (como la eólica, la solar y la biomasa) buscando la protección del medio ambiente, costos asequibles para la población alemana y la seguridad energética del país.

El plan tiene como objetivo para el 2020 generar con renovables el 35% de la energía, reducir las emisiones de gas de efecto invernadero en un 40% desde los niveles de 1990 y disminuir el consumo de energía en un 20% en comparación al 2008; mientras que para el 2050, las metas son del 80%, 90% y 50%, respectivamente.

Según la Agencia Internacional de Energía, la electricidad renovable pasó de representar el 6.3% en el 2000 a cerca del 30% en el primer trimestre de este año e, incluso, en días soleados y con suficiente viento, los paneles solares y las turbinas eólicas proveen hasta la mitad de la demanda de electricidad del país.

Hoy en día el sector de la energía renovable en Alemania, uno de los más innovadores y exitosos en el mundo, genera alrededor de 400.000 empleos directos superando ampliamente a los que genera el sector energético convencional. Esta potencial industrial ha logrado separar su crecimiento económico de las emisiones de gas de efecto invernadero y está en camino de cumplir su meta trazada en el Tratado de Kioto sin acudir a mecanismos de flexibilidad.

Los teutones, sin embargo, enfrentan grandes retos como, por ejemplo, construir grandes redes de alta tensión y optimizar las ya existentes para poder transportar la energía generada por los 29 parques eólicos ubicados en el Mar del Norte y en el Báltico hasta las zonas industriales del sur de Alemania y, a la vez, garantizar que esos molinos de viento no afecten los ecosistemas marinos.

En otras latitudes más tropicales, nos podríamos preguntar cómo estamos aprovechando el sol y el viento que también “producimos” – y padecemos en algunas zonas. En el país en donde se anuncian con bastante pompa y fanfarrea nuevas “políticas revolucionarías” cada cinco o diez años, ¿qué planeamos hacer para reconvertir nuestro sistema energético con el fin de detener la destrucción de nuestros ecosistemas y recursos naturales?

En el marco de la nueva Ley 1715 de 2014 que promueve el aprovechamiento de las fuentes no convencionales de energía, así como al fomento de la inversión, la investigación y el desarrollo de tecnologías limpias, ¿qué metas concretas e indicadores de seguimiento claros se han establecido para lograr su objetivo? El Energiewende es una estrategia respaldada por inversiones millonarias, ¿en Colombia cuántos recursos de van a destinar? Me parece que son algunas preguntas que nos debemos plantear para que el proyecto no se quede sin energía.

¿Provincianos inútiles?

El reciente anuncio del nuevo gabinete de gobierno ha suscitado opiniones encontradas. Algunos celebran que el perfil de los nuevos ministros sea más técnico que político, dadas las sospechas de que se conformaría para pagar los favores políticos de la campaña.

Otros critican que es un gabinete netamente santista en el que no están representados los sectores sociales que promovieron y fueron determinantes para la reelección del presidente.

También estamos aquellos que consideramos que el nuevo gabinete no da representatividad a las regiones, a pesar de las intentos y explicaciones reforzadas del Gobierno por demostrar otra cosa.

En efecto, la mayoría de miembros del gabinete son tecnócratas que comparten un perfil similar, provenientes prácticamente del mismo círculo social de la capital del país y con el mismo sesgo ideológico.

¿Representa lo anterior un problema? ¿Es una cuestión para alarmarse? Por lo menos es una desventaja ya que puede conducir a lo que los psicólogos llaman “pensamiento de grupo” (groupthink).

Aquel es un fenómeno en el que los miembros de un equipo tienden a pensar igual, disminuyendo la creatividad y los disensos necesarios para entender la realidad llena de matices. Esas características resultan trascendentales si en realidad este gobierno desea consolidar las bases para la paz ante un posible escenario de posconflicto con las guerrillas.

Más aún, decisiones como esta acentúan el creciente centralismo que padece el Estado colombiano. Cada vez más, los buenos deseos de descentralización de la Constitución del 91 son pisoteados por este tipo de decisiones.

También nos podemos preguntar la causa: ¿No hay técnicos bien preparados en las regiones que puedan aportar al gobierno central su conocimiento de la realidad local? ¿Aquello evidencia la disparidad en el acceso a oportunidades en las regiones?  O en el fondo, ¿es reflejo de un desprecio soterrado de la clase gobernante hacia los “provincianos”?

Según William Ospina, “el principio de una capital autócrata y distante, convertida en centro administrativo y ordenador de la nación, fue una de las consecuencias dramáticas de nuestra historia”. Desde allí una élite desconocedora y ajena a las realidades del país “nos muestra cuatro cifras abstractas de prosperidad para demostrarnos que vivimos en el paraíso”.

Si el gobierno actual realmente quiere disminuir la desigualdad, aumentar la movilidad social y promover una sociedad incluyente, debió empezar por demostrarlo en la conformación de su gabinete

martes, 5 de agosto de 2014

Petro y su estilo de liderazgo


Esta semana Carlos Vicente de Roux, uno de los concejales de Bogotá más influyentes, anunció su ruptura con el alcalde Gustavo Petro, después de trabajar juntos en política por doce años.

De Roux expresó dudas por la transparencia en la prorrogación de los megacontratos de Bogotá y señaló que la administración de Petro “es un modelo centrado en el líder, en las ocurrencias del líder y muy confrontacional con quienes no comparten el esquema”.

El respetado concejal añadió: “Yo ya estoy mayor para salir a sumarme a la causa de un líder destacado, carismático, pero que no tiene sentido de organización política distinto a su propia discrecionalidad y a sus decisiones autónomas”.

En efecto, el enfoque de Petro es un ejemplo del clásico estilo caudillezco y mesiánico que crece tan fácilmente en estas tierras. Líderes como él tienden a despreciar las instituciones y el trabajo en equipo. Sus colaboradores están para obedecer y seguir al ungido ciega y calladamente.

Estos personajes comparten una gran falencia: la incapacidad de escuchar. Se embriagan con su propio discurso y les cuesta escuchar otros puntos de vista; más aún, se irritan cuando alguien los cuestiona o los contradice. Por eso con facilidad interrumpen cuando alguien interviene – a no ser que sea para lamberlos.

Precisamente la concejal Diana Alejandra Rodríguez afirmó que “nosotros le contamos al Alcalde sobre hechos de corrupción en las alcaldías locales, pero no nos escuchó”, mientras que el concejal progresista Diego García manifestó que “el Alcalde ha asumido no tener bancada, sino ser un proyecto político por sí mismo”.

En efecto, los “líderes estilo Petro” reducen sus proyectos políticos a sus aspiraciones personales, demostrando incapacidad para empoderar y promover a sus colaboradores. Si alguien se atreve a cuestionarlos, sencillamente lo descartan. El único elemento indispensable y digno de valorar en sus equipos son ellos mismos.

Por el contrario, un verdadero líder escucha con atención y respeto; valora los puntos de vista distintos porque enriquecen el suyo; las decisiones importantes las toma teniendo en cuenta las opiniones de su equipo; sabe que no tiene que “sabérselas todas” y por eso no teme a mostrarse vulnerable o abierto a la crítica; promueve a los miembros de su equipo constantemente y les muestra respeto valorándolos, en vez de tratarlos como simples fichas intercambiables.

En un ambiente colombiano caracterizado por el individualismo exacerbado y por instituciones débiles, necesitamos liderazgos colectivos que dignifiquen y empoderen a nuestros ciudadanos. Los espíritus pequeños tienden a engrandecer sus egos, mientras que los espíritus grandes tienden a engrandecer a sus equipos.