viernes, 28 de septiembre de 2012

Brasil: El gigante que no vemos


Hace poco tuve la oportunidad de trabajar durante cuatro meses en Brasil. Esa experiencia me permitió contrastar con la realidad la visión optimista con la que llevaba analizando al gigante del sur desde tiempo atrás. Aunque ahora mi optimismo es un poco más moderado, continuo pensando que en Colombia no le hemos dado la importancia que se merece.

Actualmente Brasil es la sexta economía del mundo y se espera que antes del 2015 desbanque a Francia del quinto lugar. Con una población de 200 millones de habitantes y una clase media en aumento, ofrece un mercado interno atractivo para muchos inversionistas.

Es un país muy rico en recursos naturales y uno de los principales exportadores de productos minerales y agrícolas. Dentro de unos años se convertirá en un exportador neto de petróleo y gas debido a los yacimientos de petróleo y gas que encontró recientemente en el Atlántico.

Algunos hablan de un “milagro agrícola” en Brasil. A través de una fuerte inversión en investigación científica y un plan sistemático liderado por la agencia gubernamental Embrapa, en menos de 30 años Brasil pasó de ser un importador de alimentos a ser uno de los mayores exportadores – el primer país tropical en retar a los cinco grandes exportadores de alimentos (Estados Unidos, Canadá, Australia, Argentina y la Unión Europea).

También ha logrado crear empresas de talla mundial como Embraer – que construye aviones y helicópteros –, Petrobras, Votorantim y Natura. Es líder mundial en la industria de biodiesel. Varias de sus universidades aparecen en los primeros puestos de los rankings de las mejores universidades de América Latina – la Universidad de São Paulo es la única de la región que aparece entre las 200 mejores del mundo.

No obstante, el gigante del sur enfrenta retos importantes para llegar a alcanzar el nivel de bienestar económico de los países desarrollados. El costo de hacer negocios continua siendo  muy alto. De acuerdo al ranking mundial Doing Business elaborado por el Banco Mundial y que mide la facilidad para abrir y operar un negocio, Brasil ocupa el puesto 126 entre  183 países.

De igual forma, el nivel de pobreza y desigualdad todavía es muy alto a pesar de que se redujo significativamente durante la última década. La pésima infraestructura también genera cuellos de botella al sector industrial y turístico. Sin embargo, se espera que las inversiones previstas y relacionadas con el mundial de futbol en el 2014 y los juegos olímpicos en el 2016 contribuyan a reducir este problema. A la lista de problemas se suman la baja productividad, la deficiente calidad de la educación básica y la corrupción.

Aunque el comercio de Colombia con Brasil ha venido aumentando durante los últimos años – con una balanza comercial negativa persistente – aún dista mucho de lo que podría llegar a ser. Los empresarios que no lo han hecho deberían empezar a analizar oportunidades de negocio. La relativa afinidad cultural representa una ventaja. También se debe empezar a incentivar desde ya el aprendizaje del portugués.

¿Debe el Estado pagar las consultas internas de los partidos?

El Estado colombiano ya destinó $70 mil millones para las elecciones en las que algunos partidos harán sus consultas internas el próximo 30 de septiembre. Este mecanismo de participación ciudadana se creó con el objetivo de fortalecer los partidos políticos y por tanto la democracia. Tradicionalmente la abstención en este tipo de votaciones es mucho mayor que en las ordinarias – sólo alrededor del 8% del electorado sale a votar. Ya es común que al día siguiente lluevan las críticas por el alto costo que implican para el Estado y su aparente inutilidad.

 En teoría, este tipo de consultas populares permiten que los partidos se acerquen más a los electores ya que estos pueden elegir directamente a sus directivos de los o a los candidatos que quieren que los represente en las elecciones ordinarias. También pueden abrir oportunidades a jóvenes que quieran entrar a la política sin utilizar las maquinarias y mañas tradicionales.

En la práctica, sin embargo, dada las características actuales de nuestra democracia, estos ejercicios no dejan de ser una simple formalidad. A pesar de la aparente democracia representativa de la que gozamos, todavía los partidos son muy débiles y deficientes a la hora de representar y canalizar los intereses de sus electores. El clientelismo sigue siendo la base de la política en Colombia y alimentando la corrupción. Los partidos ven a sus votantes como una clientela a la cual tienen que comprar el día de elecciones. Después, por lo general, no hay rendición de cuentas ni ninguna relación consistente. Esto facilita que el poder real dentro de los partidos termine en manos de un reducido grupo de políticos o incluso de una familia.

Esta clase de consultas, por otro lado, las podrían realizar los partidos de otra forma – por ejemplo, utilizando medios electrónicos o recogiendo firmas entre sus afiliados. De esta manera se podría evitar que el Estado incurra en gastos elevados que no se ameritan dada la situación actual de la democracia. Evidentemente esos recursos se pueden invertir en otras necesidades prioritarias. Me parece que una de ellas es la educación, la cual está relacionada fuertemente con el objetivo de profundizar la democracia. Es preciso invertir más en la educación pública. Por ejemplo, da vergüenza que la Universidad Nacional de Colombia no cuente con un hospital propio para los estudiantes del área de la salud. En la provincia –en donde las prácticas clientelistas son más fuertes y el voto de opinión más escaso – la educación tiende a ser de baja calidad y a veces ha emporado debido a los esfuerzos de ampliar la cobertura.

Para que nuestras instituciones democráticas dejen de ser meras formalidades y se avance hacia una democracia real se requiere primero que el ciudadano promedio conozca y tenga la capacidad de exigir libremente sus derechos y de cumplir sus deberes de manera responsable.

sábado, 15 de septiembre de 2012

El viaje del alcalde

Recientemente el alcalde de Neiva junto con algunos concejales y empresarios de la ciudad viajaron a Rio de Janeiro, Curitiba, Santiago de Chile y Buenos Aires. El motivo del viaje, según los participantes, era conocer políticas públicas exitosas en temas relacionados principalmente con la movilidad y el turismo que se puedan adaptar en Neiva.

Este viaje en el que, según el alcalde los participantes asumieron los gastos, es una iniciativa interesante. Si se sabe aprovechar puede ser bastante positiva para ayudar a que se materialice el proyecto de que Neiva progrese y se constituya en un polo de desarrollo para el resto del departamento del Huila.

Primero, este tipo de experiencias abren la visión parroquial que muchas veces nuestros gobernantes y empresarios tienen, acostumbrados a ver las mismas estrategias y políticas administración tras administración. Conocer otros contextos, escuchar cómo se diseñó una estrategia de desarrollo y ver su implementación en vivo y en directo puede ayudar a dar ideas sobre cómo romper con la inercia y crear nuevas fuentes de desarrollo en Neiva.

Segundo, es importante que el sector público trabaje estrechamente con el sector privado, con los empresarios. Las políticas de la alcaldía deben estar encaminadas a facilitar la creación de nuevos negocios y el fortalecimiento de los existentes. Este tipo de encuentros permiten que los participantes se conozcan mejor y establezcan relaciones más cercanas que, bien empleadas, pueden redundar en equipos de trabajo más eficientes y creativos.

Ahora le corresponde a la administración y a los empresarios enfocarse en identificar y remediar las barreras más importantes que se deben superar para generar desarrollo y concretamente incentivar el turismo en Neiva.

En este sentido, un punto que quisiera ahora resaltar es la necesidad de promover el bilingüismo (inglés) en los colegios y los programas de formación técnica. Si realmente se aspira a que en el largo plazo el turismo sea uno los principales sectores de desarrollo para Neiva y el Huila, es necesario hacer un mayor énfasis en esta barrera. No basta con dar capacitaciones esporádicas a algunos profesores de inglés.

Es preciso crear planes de incentivos más amplios y ayudar a tomar conciencia de la importancia que hoy en día tiene el dominar, por lo menos a un nivel intermedio, el inglés. Por un lado, una población con un nivel decente de inglés permite atraer más fácilmente turistas con poder adquisitivo. Por otro, el manejo del inglés es indispensable casi en toda área de formación para acceder a conocimiento relevante para la innovación y la creación de nuevos negocios.

El alcalde y sus acompañantes deben aprovechar ahora la inspiración que recibieron y empezar a pensar en grande. Ya la alcaldía de Medellín, por ejemplo, diseño y emprendió un ambicioso proyecto de bilingüismo.

sábado, 1 de septiembre de 2012

No más idiotas sabios en economía

Esta semana asistí a la primera clase de un curso de postgrado sobre desarrollo económico. Durante la introducción la profesora señaló que el curso sólo iba a tratar la parte positiva y no la normativa. Con lo primero los economistas se refieren a “lo que es” o a lo descriptivo, mientras que con lo segundo a “lo que debe ser” o a lo valorativo. El análisis positivo, según la profesora, se refiere principalmente a la eficiencia y el análisis normativo a la justicia. Desde hace algunas décadas, especialmente con el impulso de Milton Friedman, el enfoque positivista ganó bastante fuerza dentro de la economía, la cual se volvió al mismo tiempo cada vez más cuantitativa. Años después, en todo curso de introducción a la economía ya se enseñaba que para hacer un estudio serio y riguroso de la economía se requería dejar a un lado consideraciones morales o cualquier juicio de valor.

 Esta concepción o narrativa neoclásica se convirtió en la sabiduría convencional en la economía. Otros enfoques metodológicos se comenzaron a despreciar o desestimar. Progresivamente los postulados neoclásicos se convirtieron en dogma, en verdades irrefutables soportadas por métodos de análisis sofisticados y objetivos, libres de opiniones y apreciaciones subjetivas de dudoso valor científico, según sus defensores.

 Algunas voces aisladas se alzaron en contra de esta visión limitada y dogmática, sobretodo después de la crisis económica global que comenzó en el 2007 y que evidenció varios de las limitaciones y problemas del modelo económico predominante. La carta de algunos estudiantes inscritos en un curso de economía en Harvard llegó a ser famosa – algunos años antes, estudiantes de Cambridge ya se habían manifestado en términos similares. La sociedad comenzó a percibir más claramente que muchas de las bases conceptuales del modelo actual pueden generar una inestabilidad excesiva en todo el sistema y no son sostenibles en el largo plazo. Una consecuencia negativa ha sido el alarmante nivel de desigualdad en muchos países. Un reporte de Naciones Unidas, por ejemplo, señaló la semana pasada que la desigualdad de ingresos permanece extremadamente alta en Latinoamérica al igual que la informalidad laboral, la cual afecta principalmente a los jóvenes y a las mujeres. En Colombia, en particular, la informalidad ha aumentado incluso durante los períodos de buen desempeño económico según el informe.

 Por todo lo anterior, me sorprendió mucho que en un curso de economía –en una de las veinticinco mejores universidades del mundo en esa área - todavía se siga enseñando lo mismo y formando idiotas sabios, es decir, estudiantes que manejan herramientas de análisis muy sofisticadas pero que no son capaces de evaluar el impacto real de las políticas económicas en la sociedad teniendo en cuenta aspectos morales y normativos que, como seres humanos, no podemos ignorar. Como dice Tomas Sedlacek en Economics of Good and Evil, “la economía es predominantemente un área normativa. No sólo describe el mundo sino que es frecuentemente sobre cómo debe ser el mundo”