martes, 30 de enero de 2018

Por sus campañas los conoceréis

La forma en que hace campaña un candidato determina en gran medida lo que hará en su ejercicio político en caso de ser elegido.

Si el candidato ha invertido grandes sumas de dinero y recursos, seguramente llegará a recuperar esa inversión saqueando los recursos públicos o secuestrando las entidades y empresas públicas para pagarle a sus financiadores.

Uno de los principales determinantes de la corrupción en Colombia es la financiación de las campañas políticas.

Por esa razón los servicios públicos en Colombia tienden a ser costosos y de pésima calidad, la burocracia ineficiente y los trámites demorados, y las obras civiles mediocres y susceptibles de caerse.

Todo lo anterior dificulta la creación de negocios y la generación de empleo de calidad, lo cual le conviene a los políticos tradicionales que viven del clientelismo porque de esa manera los cargos públicos llegan a ser muy valorados y así pueden manipular y chantajear a los ciudadanos que se vuelven permisivos con la corrupción con tal de conseguir un puesto de trabajo.

                                   Fuente: Semana.com

Para romper este círculo vicioso es necesario que los ciudadanos rechacen socialmente a los candidatos que gastan inmensas sumas de recursos en sus campañas; aquellos que duran meses regalando electrodomésticos (a veces camuflados en rifas o bingos), anchetas, juguetes, ladrillos, kits escolares, postes de luz y todo tipo de prebendas con el fin de comprar el voto.

Antes de votar por estos candidatos, un ciudadano responsable y coherente se debería preguntar: ¿De dónde saca todos esos recursos? ¿Con qué fin invierte tanto dinero? ¿Quién lo financia? Si los salarios del sector público son relativamente bajos, ¿por qué ese interés desmesurado en ganar a como de lugar? ¿A quién va a representar en caso de resultar elegido? ¿Será independiente y luchará por los intereses colectivos de la ciudadanía o responderá a los intereses privados y oscuros de sus financiadores?

Esos candidatos que compran líderes, inundan los municipios con publicidad, realizando grandes eventos pomposos y costosos, deberían por tanto levantar la sospecha de los ciudadanos del común que se quejan de la corrupción y de la falta de oportunidades en sus ciudades.  Votar por un candidato de estos es prácticamente apoyar una persona que va llegar a robar.

Según Juan Fernando Londoño, ex viceministro del Interior, el día que se investiguen los inmensos gastos electorales de ciertos candidatos y sean judicializados por ello, como por lavado de activos, se entenderá que es mejor tener una sistema de financiación eficaz que les evite buscar la compañía de ilegales para obtener curules. Sin embargo,  para Elisabeth Ungar, ex directora de Transparencia por Colombia, ningún marco regulatorio garantiza, por sí mismo, su efectividad para evitar la corrupción en este espinoso tema.

De ahí que la solución más apropiada y a la mano de cada ciudadano es el control social a los candidatos que derrochan inmensas sumas de dinero en sus campañas. La solución es no votar por ellos.


Los ciudadanos deben entender que campañas austeras y transparentes permiten llegar con independencia a desempeñar los cargos públicos y a representar los intereses colectivos de las comunidades. Un voto responsable supone, por tanto, analizar la forma en que el candidato hace campaña. Y esto no requiere ninguna reforma del sistema electoral o ninguna ley nueva, solamente el interés de una ciudadanía despierta de defender lo público y lo común como condición para poder prosperar colectivamente.