domingo, 4 de noviembre de 2012

Reforma tributaria y desigualdad


Actualmente se debate en el Congreso un proyecto de reforma tributaria presentado por el Gobierno. Sin entrar a discutir los detalles, quisiera resaltar algunas ideas referentes al contexto en el que se discute la propuesta, el cual tiene dos características particulares. Por una parte, a nivel mundial el paradigma económico que predominó durante los últimos treinta años – que se enfocaba en temas de eficiencia ignorando los aspectos de distribución y justicia –está cambiando. A nivel nacional, por otra parte, la iniciativa legislativa no surgió a raíz de necesidades presupuestales como solía acontecer en el pasado.

En cuanto al primer punto, hace poco la revista The Economist publicó un informe especial sobre el creciente nivel de desigualdad en ingresos, catalogándolo como uno de los retos más grandes de nuestra época. Según el informe, el movimiento de indignados que nació después de la crisis financiera internacional desapareció pero logró  llamar la atención sobre la dramática concentración de los ingresos durante los últimos 30 años y consolidar el tema en la agenda política.

La teoría económica que se impuso durante esos años considera que es inevitable una mayor desigualdad a medida que una economía crece y que aquella puede ser beneficiosa para el crecimiento. Sin embargo, ahora se tiende a reconocer que la desigualdad excesiva puede ser perjudicial para el mismo desarrollo económico porque puede impedir que personas talentosas pero pobres accedan a la educación, alimentar resentimientos que resulten en políticas populistas perjudiciales o debilitar las instituciones a favor de las élites.

En relación a la situación presupuestal en Colombia, la reforma debe aprovecharse para volver más progresivo – el que más tiene paga más – el sistema tributario ya que, como lo reconoce el texto del proyecto, Colombia es uno de los países más desiguales en el mundo. Jorge A. Rodríguez, director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo de la Universidad Nacional,  señala que muchos incentivos tributarios  que se otorgan con el argumento de que promueven la inversión y por tanto el empleo, en realidad no cumplen ese fin sino que terminan beneficiando a unos cuantos grupos privilegiados.

Por ejemplo, la deducción del 30% en el impuesto de renta por inversión en activos fijos  establecida de manera temporal por la Ley  863 de 2003 – aumentada al 40% y hecha permanente por la Ley 1111 de 2006 – fue ineficaz para incentivar la inversión. Otros factores como la estabilidad social e institucional, la calidad de la mano de obra y la infraestructura, pueden ser factores más decisivos para fomentar inversión que genere empleo y transfiera conocimiento.

La reforma tributaria debe representar otra oportunidad para reducir la desigualdad en Colombia, mejorando las oportunidades de movilidad social para los menos favorecidos. Para esto es necesario seguir de manera crítica la manera como votan nuestros legisladores con el fin de compensar la presión que ejercen sobre ellos grupos con capacidad de invertir grandes sumas de dinero – como las multinacionales que explotan los recursos naturales – para mover injustamente el sistema a su favor. 

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