lunes, 9 de diciembre de 2013

Rajados en educación: ¿Culpa de quién?

Los pésimos resultados de Colombia en la prueba internacional de conocimiento PISA 2012 volvieron a generar polémica en el país. Diversos analistas se dedicaron durante la semana a buscar los posibles culpables. Aunque algunos acusan al gobierno de no tener una política educativa seria o a los mismos estudiantes por su desinterés, una gran mayoría culpa a los profesores por su falta de preparación.

Eso se debe a que parten del enfoque dominante con que actualmente se aborda la educación, el cual se basa en dos supuestos importantes. Primero, asume que el éxito profesional de una persona depende de habilidades cognitivas que se pueden estimar a través de exámenes estandarizados de conocimiento. Segundo, supone que el ingrediente clave para obtener resultados óptimos en esos exámenes es contar con buenos profesores.

Paul Tough en su reciente libro “Cómo triunfan los niños” revisa algunos estudios recientes de carácter multidisciplinario – como los realizados por el nobel James Heckman – que contradicen o, al menos, ponen en duda aquel enfoque. En cuanto al primer supuesto, Tough señala que el éxito profesional depende sobre todo del desarrollo de habilidades no cognitivas – que algunos llaman carácter – tales como la perseverancia, la curiosidad, la resistencia al fracaso, el optimismo y el autocontrol.

En cuanto a lo segundo, Tough afirma que la evidencia empírica reciente no soporta la hipótesis de que solamente con buenos profesores se pueden superar  los obstáculos que representan las condiciones socio-económicas de los estudiantes pobres. Por ejemplo, la incertidumbre y el estrés generados por las dificultades económicas pueden afectar seriamente sus habilidades cognitivas, emocionales y sociales.

Por otra parte, la sociedad colombiana se debe plantear primero cuál es la finalidad de la educación: ¿Proveer simplemente mano de obra calificada para el sistema productivo? o ¿permitir el desarrollo integral del ser humano para que sea feliz?. De la respuesta a ese interrogante dependerá si el sistema educativo se basa primordialmente en un enfoque competitivo o en uno orientado a la solidaridad y a promover un espíritu crítico, por ejemplo.


Como dice William Ospina, hay por lo menos un costado de la educación cuyo énfasis debería ser la convivencia y la solidaridad antes que la rivalidad y la competencia. Ciertamente, aunque la ciudad de Shanghai en China ocupó el primer puesto en las pruebas, la exagerada lógica competitiva ha incrementado el soborno y hecho a los estudiantes menos felices y menos saludables. Por el contrario, en Finlandia – que ocupó el puesto doce – los estudiantes asisten al colegio menos tiempo sin sacrificar su niñez o sufrir ansiedad por tratar de satisfacer a padres obsesionados con la competencia. El debate sigue abierto y como no hay fórmula mágica tampoco admite conclusiones simplistas o ligeras.

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