domingo, 15 de diciembre de 2013

Conquistando prostitutas

Hace algunos días Antanas Mockus dijo que no le interesaba llegar al Congreso si no era capaz de hacer una campaña austera en la que no le pagara a nadie. Según Mockus, eso es un “reto ni el verraco” (pero no imposible,como él y otros políticos honestos lo han demostrado), similar al de aquellos románticos que piensan que pueden conquistar a una prostituta y no pagarle.

En un sistema político clientelista como el colombiano que alimenta la corrupción, el tema de la financiación de las campañas es de mucha importancia. El político tradicional no reconoce a los votantes como ciudadanos con derechos sino como pordioseros que piden favores o regalosparticulares a cambio de su voto. Para complacerlos el politiquero necesita invertir grandes sumas de dinero y apropiarse de la burocracia para repartirla entre los que lo apoyan.

Ese dinero, como en toda inversión, espera recuperarlo robándose los recursos públicos y asignando los contratos a aquellos que financiaron su campaña o que están dispuestos a pagar un soborno. Así los puestos públicos y las obras quedan en manos de personas sin la competencia necesaria para ejecutarlas. En otras palabras, cuando los electores se prostituyen, a los recursos públicos se los comen.

La campaña al Congreso acaba de comenzar y muchos candidatos ya han gastado mucho dinero. Mediante la resolución 0228 de 2013 el Consejo Nacional Electoral (CNE) fijó el tope económico para campañas a la Cámara, por ejemplo, en aproximadamente 440 millones por candidato. ¿Respetarán las leyes los aspirantes a acceder al máximo órgano que las hace?

A pesar de la claridad de las normas referentes a la financiación de campañas, muchos candidatos clientelistas las burlan descaradamente y sin preocupación debido a la relativa inoperancia del CNE. Por eso le corresponde a la sociedad civil ejercer control y sancionar socialmente y con su voto a aquellos candidatos que con su proceder demuestran lo que verdaderamente son.

Un candidato que gasta montos alarmantes en banquetes, rifas, regalos navideños, publicidad y fiestas debe generar sospecha, sobre todo si antes de las elecciones no revela claramente quiénes financian su campaña y cuánto se está gastando. En aras de la transparencia, debería informar cualquier tipo de donación, sea en efectivo o en especie – por ejemplo, gastos de desplazamiento, eventos organizados por “terceros” y regalos “caritativos”. Un discurso anti-corrupción sin esta coherencia quedaría en simple romanticismo barato que no conquista a nadie.

Adenda: Ojalá el Procurador Ordóñez no vaya a pensar que Mockus está promoviendo la prostitución y lo inhabilite para ejercer cargos públicos.

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