viernes, 5 de octubre de 2012

Sociedad civil y protección de lo público


Durante esta semana los huilenses recibimos varias noticias relacionadas con la corrupción y la ineficiencia en el manejo de los recursos públicos. Aunque para muchos esto ya no representa ninguna novedad, quisiera retomar primero algunos casos para resaltar después la urgencia de que la sociedad civil despierte en el Huila.

Por un lado, la Universidad Surcolombiana interpuso una demanda, promovida por su Consejo Superior,  para reclamar $22.672 millones de pesos que la Gobernación del Huila no le ha girado en los últimos 18 años y que necesita para cumplir su objetivo de ofrecer una educación de calidad.

Por otro lado, la Procuraduría confirmó la destitución e inhabilidad por 13 años del exgerente de la Lotería del Huila por irregularidades en procesos de contratación que desmejoraron los ingresos de la entidad y, por tanto, del sector de la salud en el Departamento. La investigación la había iniciado la Procuraduría gracias a un anónimo que denunció el caso.

Por último, la Contraloría encontró sobrecostos de alrededor $8000 millones en el contrato que suscribieron el año pasado la Gobernación del Huila y el Comité Departamental de Cafeteros para la prestación del servicio de restaurantes escolares. Este diario denunció con base en los testimonios de profesores, estudiantes y padres de familia las múltiples irregularidades y presuntas actividades ilícitas hechas para favorecer a los contratistas involucrados.

Los tres casos nos recuerdan que el clientelismo y la corrupción pueden afectar negativamente sectores prioritarios para el desarrollo de nuestro departamento, como son la salud y la educación. Todos coincidimos en eso. Sin embargo, no todos tenemos la misma reacción.

Muchos reaccionan aumentando su apatía y desinterés por lo público y la política –en realidad, debería ser por la politiquería.  Otros terminan pensando que esta cultura de la ilegalidad es algo que no se puede cambiar y que, por ende, no vale la pena denunciar o tratar de confrontarla. Incluso llegan a la conclusión de que la única actitud inteligente es también aprovechar para beneficio privado los recursos públicos.

Al final estas dos actitudes terminan ayudando a los politiqueros tradicionales que junto con sus cómplices ven los recursos públicos y la burocracia como un activo que les pertenece. La apatía y la indiferencia ciudadana les da el ambiente propicio para seguir robando y manteniendo al Departamento en el estado de subdesarrollo en que se encuentra – sí, así tal cual, reconozcámoslo: el Huila no progresa de la manera en que podría hacerlo.

En otras partes del mundo y regiones de Colombia, la sociedad civil –estudiantes, profesores, gremios, ONGs, asociaciones sin ánimo de lucro - está teniendo una participación más activa en los asuntos públicos.  Las tecnologías de la información han facilitado esta tendencia. Hoy en día es más fácil denunciar, fiscalizar, proponer, buscar apoyos.

En el caso del Huila deberíamos pensar, ¿Qué hace falta para que la sociedad civil despierte­­­ realmente?, ¿Cómo podemos ir promoviendo su fortalecimiento­?, ¿Cómo podemos ir cambiando la mentalidad conformista y pasiva?, ¿Cómo podemos empezar a cambiar la cultura de la ilegalidad y quitarle el aire a los que viven inmersos en ella?

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