viernes, 12 de octubre de 2012

¿Nos está haciendo brutos internet? (I)



Nicholas Carr sintió hace algunos años que cuando leía su concentración empezaba a desviarse después de una o dos páginas. Su mente se distraía más fácilmente y tenía que hacer un mayor esfuerzo para seguir el hilo conductor de una lectura. Al mismo tiempo, su cerebro estaba más hambriento y ansioso por alimentarse en internet. 

Carr, con estudios de literatura en Harvard, vio una relación entre los dos hechos y comenzó una investigación profunda del fenómeno que para muchos es bastante familiar. Los resultados los publicó en su libro “Superficiales: ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?”, que obtuvo  el año pasado el prestigioso premio Pulitzer. 

La revolución digital por la que estamos atravesando –que se basa principalmente en la internet – tiene entusiastas y escépticos. Los primeros pregonan que se trata una nueva era dorada de acceso a la información y la participación. Los del otro extremo la consideran como una  nueva era oscura de mediocridad y vanidad. Pero el debate entre ellos, señala el experto, generalmente se centra en el contenido de internet como medio de comunicación y no el medio en sí mismo. 

A todos nos gusta pensar que internet, al igual que otras herramientas tecnológicas, no es ni bueno ni malo en sí, sino que su valor depende del uso que le demos. Pensamos que tenemos el control, que obedece a nuestros deseos conscientes y que es un artefacto neutral. 

Sin embargo, en el largo plazo el medio influye en la forma en que pensamos y afecta biológicamente nuestro sistema nervioso. Carr presenta numerosos estudios científicos que muestran que el cerebro humano es moldeable, incluso el de los adultos. Los circuitos o conexiones entre las células de nuestros cerebros se desarrollan y crecen con el uso o se atrofian y debilitan con el desuso. 

Otras innovaciones tecnológicas ya antes habían cambiado nuestra manera de pensar y entender la realidad como, por ejemplo, el mapa, el reloj, la imprenta y la televisión. Pero, según el autor, nunca había existido un medio como el internet el cual ha sido programado para esparcir ampliamente nuestra atención de manera insistente. A diferencia de aquellas innovaciones, internet ofrece precisamente la clase de estímulos cognitivos y sensoriales –repetitivos, intensos, interactivos, adictivos – que se ha demostrado que resultan en alteraciones rápidas y fuertes en los circuitos y funciones cerebrales.  

La variedad de aplicaciones interactivas y llamativas sobrecargan nuestra memoria de corto plazo, la cual puede almacenar una pequeña cantidad de información. La memoria de largo plazo, por el contrario, no solamente puede guardar una cantidad inmensa de información sino esquemas conceptuales que es en donde los científicos han encontrado que se fundamenta el entendimiento. Al organizar pedazos de información en patrones de conocimiento, los esquemas dan profundidad y enriquecen nuestro pensamiento. Es por ello que el ambiente distractor en internet dificulta la habilidad para transferir información de la memoria de corto plazo a la de largo plazo y entrelazarla en esquemas conceptuales. El resultado es que nuestro conocimiento permanece superficial.


1 comentario:

  1. Que alegría siento al leer tan veraz texto, escrito por un hijo ilustre del municipio de El Agrado Huila. Felicitaciones Dr. Mateo Eduardo.

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