“Está
haciendo bochorno” es una expresión común en Neiva utilizada para quejarse del
calor que, según algunas personas mayores, está aumentando en la ciudad. Dadas
las altas temperaturas resulta importante diseñar políticas públicas para
aliviar su efecto en el bienestar de los habitantes y los turistas.
Para estos
últimos resulta extraño, por ejemplo, que la ciudad no cuenta con zonas verdes
adecuadas para el esparcimiento y diversión de los neivanos. La tendencia
urbanística en las grandes ciudades modernas es privilegiar aquellas áreas, con
árboles y alrededor de ríos o lagos. Estas amplias zonas o parques ofrecen una
alternativa sana, barata, relajante, incluyente
e integradora para la sociedad en general y las familias en particular.
Acá, por el
contrario, pareciera que se privilegia el cemento. Un ejemplo de ello fue la
lamentable tala de los árboles que se ubicaban hasta recientemente en la anterior
Concha Acústica y, antes, el arboricidio de los samanes frente al estadio
Urdaneta Arbeláez, en pleno centro de la ciudad. De igual forma, a pesar de la
fortuna de tener el rio Magdalena y otras fuentes hídricas, su potencial no se
ha aprovechado hasta ahora. ¿A qué se debe esta miopía? ¿Falta de visión? ¿Será
que las “obras de concreto” son más
rentables para algunos miembros de nuestra clase política?
Algunas de
aquellas fuentes y humedales están siendo afectados por la creciente
urbanización descontrolada a los alrededores de la ciudad. De ahí que se
requiere de manera urgente la elaboración del nuevo Plan de Ordenamiento
Territorial, el cual debe estar soportado, entre otros, por un diagnóstico
ambiental y ecosocial serio que garantice la sostenibilidad de la ciudad y la
blinde contra los intereses económicos descoordinados que actualmente orientan
su fragmentada expansión.
Ese Plan
debe tratar de dotar de grandes parques y zonas verdes a la ciudad. Para ello se
debe evaluar, por ejemplo, la posibilidad de destinar para aquel fin los
terrenos actuales que ocupa la Novena Brigada y de esa manera dar protección
debida a las requeridas instalaciones militares en un área más adecuada.
Asimismo, es prioritario reconsiderar la intención de ampliar el actual
aeropuerto y más bien reubicarlo para aprovechar el terreno actual como zona
verde. Esto estaría más acorde con las tendencias urbanísticas y con la
expectativa de que el Huila se convierta en el largo plazo en un nodo logístico
multi-modal en el sur de Colombia, con lo que requeriría un aeropuerto aún más
grande.
Los parques
que existen en algunos barrios tampoco se pueden olvidar sino que se deben
acondicionar para el pasatiempo familiar. De igual manera, se debe desarrollar
un plan de arborización ambicioso que tenga en cuenta factores técnicos para
promover la bioregulación climática de la capital. En ese sentido, las palmeras
en las calles y ciclorutas no son una opción apropiada para refrescar la
ciudad.
En fin, se
debe reversar la tendencia a pavimentar todo y a deteriorar los recursos que
ofrecen servicios ambientales a los neivanos. Las zonas verdes y la naturaleza
en general son un activo que la ciudad
debe valorar y acrecentar.
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