viernes, 28 de diciembre de 2012

De la educación y otros cuentos chinos


Es bastante común escuchar que el desarrollo de un país depende de la educación. Son de esas frases que todo mundo repite hasta convertirse en una idea tan trillada que no se profundiza en sus implicaciones. En ese contexto, ya no nos sorprende que año tras año aumente la diferencia de los resultados entre los colegios públicos y los privados en las pruebas Saber –anteriormente examen ICFES.

Este año no ha sido la excepción. La mayoría de colegios con mejor desempeño son para personas de estrato socio-económico alto y se encuentran ubicados en Bogotá, Cali y Medellín. En el caso del Huila los resultados de los colegios públicos continúan siendo preocupantes para un departamento con los niveles de pobreza y desigualdad más elevados del país.

Esta disparidad dificulta la movilidad social al disminuir las oportunidades para las personas que se encuentran en situaciones injustas de pobreza de mejorar sus condiciones de vida. En otras palabras, es muy probable que los pobres sigan siendo pobres, profundizándose de esta manera la inequidad y la desigualdad. Peor aún, el departamento deja de aprovechar el talento humano, el principal recurso que tiene.

Esta es otra frase que se repite comúnmente pero con la que casi nadie actúa en consecuencia. En tiempo de elección todos los candidatos salen con el cuento de que la educación va a ser una de sus prioridades. Después se limitan a arreglar unos cuantos centros educativos, regalar cuadernos u otorgar subsidios de trasporte y alimentación; con eso ya creen que ganaron el año. Aunque eso es necesario, no es suficiente. Los ciudadanos y estudiantes tampoco protestan, nadie reclama. Parece que esa situación también hace más sumiso a un pueblo.

Los recursos naturales y los minerales, en particular, han sido para muchos países una maldición, mientras que otros se han desarrollado sin tenerlos – como Japón por ejemplo. Si bien esos recursos se pueden aprovechar de manera inteligente –como lo hicieron Noruega, Malasia y en menor medida Chile –, con gobiernos corruptos o capturados por intereses privados es preferible evitar su explotación. Hoy se nos quiere imponer la idea de que la única forma para que el país se desarrolle es explotando irresponsablemente sus recursos naturales. Es una idea falsa. Un cuento chino.

El embajador de China, a propósito, en una visita al Huila esta semana dejó claro que la compañía Hydrochina tiene interés en construir más hidroeléctricas en el departamento. Como diría el Procurador, ya empezaron nuevamente a untarnos la vaselina. Ya se dieron cuenta de que los colombianos sólo gritamos cuando ya todo está consumado. Contrario al falso discurso ambientalista del presidente Santos, característico de su sensibilidad mediática, la protección de los recursos naturales debe ser una preocupación real dado el cambio climático. La crisis del sector cafetero, al menos en parte, y las constantes sequías en el departamento han hecho evidente que las consecuencias negativas de este fenómeno no son ningún cuento chino.


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