miércoles, 25 de marzo de 2015

Un modelo educativo propio

La semana pasada la Ministra de Educación Gina Parody anunció que traerá a Colombia “el modelo de matemáticas de Singapur y Corea, países que están punteando en las pruebas Pisa en esta materia y tienen un modelo específico para enseñar”.

Aunque es importante mirar casos exitosos para salir del parroquialismo que a veces nos invade, es fundamental tener en cuenta que ese modelo surgió en unas condiciones determinadas por diferentes influencias culturales, institucionales e históricas. Por esa razón especialistas de países que han tratado de adaptarlo – como Estados Unidos, Francia y Chile –  dicen que no es fácil ni barato hacerlo exitosamente.

Cuando los finlandeses – que también sobresalen por su sistema educativo y sus resultados en las pruebas Pisa – decidieron cambiar su sistema educativo analizaron los modelos de otros países pero al final diseñaron su propio modelo teniendo en cuenta sus características culturales e involucrando a los docentes. De hecho, el especialista británico Dave Snowden advirtió en su visita a Colombia el año pasado que el peor error que puede cometer el país es querer copiar modelos de educación que han sido exitosos en otros países sin tener en cuenta el contexto propio.

De igual forma, la Ministra señaló que los colegios empezarán a implementar una nueva herramienta de medición del desempeño llamada Índice Sintético de Calidad Educativa, con base en el cual se otorgarán incentivos monetarios. Esta medida se enmarca dentro del enfoque corporativista que enfatiza en la motivación extrínseca y la competencia desconociendo investigaciones recientes según las cuales esa clase de incentivos tiene un efecto limitado en el tiempo y muchas veces puede reducir la motivación intrínseca de los estudiantes produciendo resultados contraproducentes. Proyectos de ese tipo han fracasado estrepitosamente en países anglosajones como Estados Unidos y Reino Unido.

El sistema de Singapur, tal como lo reconoce la Ministra, es bastante centralizado, a diferencia del modelo finlandés en donde los profesores cuentan con bastante autonomía a nivel regional. Nos podríamos preguntar si más bien lo que necesita un país tan diverso como Colombia no es más autonomía y reconocimiento de las buenas prácticas pedagógicas que maestros entregados desarrollan en diferentes partes del territorio colombiano, reivindicando su valor social e impulsando el trabajo colaborativo, creativo y solidario en vez de la competencia.


La Ministra necesita un equipo interdisciplinario y diverso que reconozca las realidades culturales de Colombia consciente de que la educación no consiste solamente en desarrollar habilidades cognoscitivas para obtener puntajes altos en exámenes estandarizados. Un equipo tecnocrático con “complejo tropical” y desconocedor de la riqueza y diversidad cultural de Colombia sólo podrá importar modelos extranjeros. Ministra Parody, ¡desarrollemos nuestro propio modelo!

lunes, 9 de marzo de 2015

Antanas Mockus: La teoría

Aunque Antanas Mockus es un político reconocido y admirado por la mayoría de colombianos debido a su honradez, a su franqueza y a los cambios positivos que promovió siendo alcalde de  Bogotá, poco se sabe de la teoría o el enfoque conceptual en el que se fundamentan muchas de esas acciones o políticas llamativas e innovadoras por las que lo recordamos – mimos, disfraces, estrellas y tarjetas, entre otros símbolos.

Me parece que esa teoría puede dar muchas luces para comprender la realidad colombiana y ofrece elementos interesantes para la elaboración de políticas públicas en un contexto de fin del conflicto armado con las guerrillas. Dicho enfoque se conoce como Cultura Ciudadana y parte del reconocimiento de tres sistemas de normas que pueden regular el comportamiento de los ciudadanos: la ley, la moral y la cultura. En los tres casos, el incumplimiento trae consigo consecuencias objetivas y subjetivas. En el caso de la ley, sanciones legales y temor; en el caso de la moral, indignación y culpa; y, en el caso de la cultura, el rechazo social y la vergüenza.

Según Mockus, varios de los problemas de Colombia (delincuencia, corrupción, inseguridad, etc) se deben a un divorcio entre estos tres sistemas de normas. Muchas veces ocurre que lo que está prohibido por la ley es ampliamente aceptado a nivel moral o cultural; existe una aprobación cultural y/o moral de acciones ilegales. Para este profesor la extendida violencia que sufre Colombia es “una de las expresiones más radicales de dicho divorcio, y al mismo tiempo de deficiencias graves en el proceso de construcción de una democracia”. La mayoría de muertes en Colombia no están relacionadas con el conflicto armado sino con nuestra costumbre de reaccionar de manera violenta.

Por nuestra tradición legalista en Colombia se tiende a tratar de solucionar todo problema a través de sanciones o reformas legales (se piensa que la convivencia y la seguridad dependen del “imperio de la ley”) pero en muchos casos de nada vale aumentar las penas carcelarias o las multas si la sociedad aprueba cierto tipo de comportamientos ilegales. De acuerdo a Mockus, lo central no es exactamente la ley: es la congruencia entre la regulación cultural y moral y la ley.

De nada sirve aumentar la sanción legal para los conductores ebrios si cuando estamos tomando le decimos al que está conduciendo que “tómese sólo una que con una no pasa nada” o “no sea aguafiestas”; o si no hay un rechazo social a los políticos corruptos sino que decimos “qué robe pero que haga algo” o “robó, pero por lo menos hizo tal cosa”; o si pensamos que robar y “aprovechar el papayazo” es signo de viveza e inteligencia. Esta cultura de la ilegalidad –o del atajo, como la llama Mockus – es por tanto resultado de la falta de congruencia entre nuestras normas legales, morales y sociales.


Las políticas públicas basadas en la Cultura Ciudadana tienden a armonizar los tres tipos de normas. De acuerdo al enfoque, la ciudadanía se construye en la mutua regulación entre desconocidos y por eso es importante aprender a corregir amablemente y a dejarse corregir. Se trata de promover la autorregulación interpersonal y la corresponsabilidad. Ese control social o regulación mutua es lo que hace que en algunos países no sea necesario tener un policía o una cámara en cada esquina para que los ciudadanos respeten las normas de tránsito o de convivencia. 

En efecto, las acciones violentas o ilegales no ocurren siempre por falta de sanciones o pie de fuerza (enfoque policial asociado a posturas de derecha) o por necesidades básicas no satisfechas (determinismo económico asociado a posturas de izquierda) sino que obedecen a veces a actitudes y creencias de las personas. Es necesario construir políticas integrales que apelen al capital humano y la acción colectiva y eso exige modificar comportamientos y creencias, lo cual va más allá de informar o “concientizar” a las personas.

lunes, 2 de marzo de 2015

Rodrigo Lara Sánchez

Desde que era niño he soñado con servir a mi país desde la política. Por eso traté de prepararme lo mejor que pude para estar en capacidad de ofrecer soluciones colaborando en un proyecto cívico-político que promueva el liderazgo colectivo y el fortalecimiento de las instituciones, como la forma más conveniente de renovar realmente la política de tal forma que pueda favorecer el bienestar de los colombianos.

Fue con eso en mente que, cuando decidí regresar a mi departamento para iniciar mi carrera política y devolver lo que he recibido, me le presenté al doctor Rodrigo Lara Sánchez y le dije que él era el único político del Huila que yo conocía con el que me gustaría trabajar.

Este exitoso cirujano de tórax hecho a pulso había obtenido en las pasadas elecciones a la alcaldía de Neiva cerca de 30 mil votos sin comprar uno solo, haciendo una campaña muy austera en la que gastó menos del 10 por ciento de lo que invirtió su principal contendor (Pocos políticos pueden decir lo mismo por más que se jacten de que son almas limpias y puras sólo porque no han sido sancionados por los “órganos de control” que ellos o sus padrinos políticos controlan). 

Desde entonces ha seguido conociendo Neiva, no solamente desde su labor de médico y de profesor universitario que le permite conocer de primera mano las angustias, esperanzas y necesidades de la gente, sino también visitando constantemente las comunidades para escucharlas y compartirles de manera sencilla su proyecto político. Con ese interés de servicio y a pesar de su extenuante jornada laboral, dedicó tiempo para hacer una especialización en Gobierno y Gestión Pública Territorial en la Universidad Javeriana.

Este trabajo persistente, coherente y desinteresado es el que ha atraído a muchas personas que, como yo, desean que a la administración pública lleguen personas independientes, preparadas y honestas que sólo se deban a los ciudadanos y no a maquinarias políticas usurpadoras de los recursos públicos. El doctor Lara Sánchez (en realidad uno de los pocos políticos que sí merecen ese apelativo debido a su profesión), mantiene su interés de hacer una campaña austera, transparente y de alianza directa con los ciudadanos, debido a su convicción de que de la forma de hacer política depende después la administración pública.

Ya otros políticos alejados de la política tradicional y del clientelismo como, por ejemplo, Sergio Fajardo y Antanas Mockus (también profesores universitarios) han gerenciado y transformado con reconocida habilidad sus ciudades, al igual que lo hizo y lo está volviendo a hacer con Chile la presidenta Michelle Bachelet (también médico cirujano). Usted tiene ahora el reto de seguir construyendo equipo con personas íntegras y cualificadas, y de impedir que politiqueros oportunistas y aduladores empañen ese proyecto.


Quienes lo apoyamos con espíritu independiente y crítico esperamos que usted mantenga esos ideales y esa posición ya que, como lo dijo Luis Carlos Galán el día del sepelio de su inmolado padre, lo primero que identificó a Rodrigo Lara Bonilla  fue el deseo de cambiar la manera de hacer política para darle al pueblo instrumentos auténticos de expresión, seguro de que su actitud tendría que sacudir la conciencia colectiva.