El
mototaxismo es una actividad no permitida por la ley que ha venido aumentando
en muchas ciudades colombianas durante los últimos años. Las soluciones que se
han propuesto para erradicarla han sido improvisadas e ineficaces debido a que
no parten de un diagnóstico serio que identifique adecuadamente las causas del
fenómeno – confunden los síntomas con la enfermedad. Aunque en teoría casi
todos reconocen que es un fenómeno complejo con muchas variables
interdependientes, en la práctica se proponen e implementan soluciones
simplistas de tipo coercitivo que le apuntan a los síntomas y no a la causa del
problema.
Para
analizarlo con el enfoque apropiado, lo primero es reconocer que es una
manifestación particular de la informalidad en Colombia. El modelo económico
colombiano además de promover la reprimarización o desindustralización de la
economía, no está generando empleo de calidad ni capacitando apropiadamente a
los trabajadores no calificados, por eso la informalidad es casi del 50% según
las cifras oficiales del DANE. En general, la informalidad se combate, por una
parte, mejorando la capacidad del sector formal de generar empleo y educando a
la población y, por otra parte, reduciendo los incentivos a la informalidad y
los costos al el trabajo formal, lo cual requiere soluciones integrales y
progresivas planificadas con tiempo.
Lo segundo
es identificar claramente el tipo de movilidad y de ciudad al que se desea
llegar. Cada vez parece haber más coincidencia en que se necesitan ciudades
sustentables más compactas, centradas en el ser humano y no en el carro. Ahora
hay conciencia de que no es sostenible un modelo de desarrollo basado en el
transporte individual privado. Debemos reducir la dependencia del carro. Por
eso es importante planificar las ciudades para que la gente se desplace en
bicicleta, a pie o en un sistema de transporte público accesible e incluyente.
Las nuevas
generaciones están cada vez más dispuestas caminar o montar en bicicleta. El
carro ya está dejando de ser un símbolo de éxito personal. El transporte
público decente ha llegado a ser un indicador clave de la vitalidad económica futura de una ciudad. Es
un requisito fundamental para atraer empresas en crecimiento y a los empleados
altamente calificados que estas necesitan para ser exitosas. De igual forma, el
uso de la bicicleta mejora la salud pública reduciendo los costos del sistema
de salud y la emisión de gases de efecto invernadero que ocasiona el
calentamiento global.
En
Colombia, no obstante, vamos en contravía de esa tendencia. Por ejemplo, el
transporte público en las 10 principales ciudades pasó de movilizar el 73% de
las personas a movilizar el 51% en los últimos 10 años, mientras que el
transporte individual pasó de mover el 11% de las personas a mover el 29%, de
acuerdo al Informe de la Red Ciudades Cómo Vamos del 2013.
Debido a lo
anterior, el Gobierno Nacional debería legalizar el mototaxismo en el corto
plazo tomando medidas integrales para irlo reduciendo gradualmente a la vez que
fortalece sistemas de transporte público que sí sean viables financiera y
operativamente, y que correspondan a las realidades de cada región.
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