sábado, 19 de octubre de 2013

¡Esta vez tampoco fue!


El próximo mes de marzo los colombianos elegiremos a quienes nos representarán en el Congreso. En general parece que nos tendremos que contentar con lo de siempre: los políticos tradicionales o sus ahijados políticos, familiares y aprendices. ¡Esta vez tampoco fue!

Nos invitan a votar por los mismos que votaron a favor de aquel proyecto descarado de reforma a la justicia; los mismos que han provocado la crisis del sector agropecuario; los mismos que se han apropiado de las entidades públicas para desangrarlas y mercadear sus puestos; los mismos para los que el robo en la contratación pública se volvió una forma de vida. Los mismos con las mismas.

Seamos realistas y coherentes: el Huila no va a progresar mientras siga gobernado por estas personas y las costumbres que ellas representan.

Sin embargo, no seamos ingenuos al pensar que candidatos jóvenes por el solo hecho de ser “sangre nueva” representan una renovación. Si se han formado de la mano de los políticos tradicionales, ningún cambio pueden representar – por lo menos positivo. Ya ellos tienen el cinismo de afirmar con tono moralista  que “los electores han vuelto costosas las elecciones”. Ante la carencia de propuestas concretas, sus estrategias clientelistas de campaña los lleva a comprar solapadamente votos con motos, televisores y computadores. No nos deberíamos extrañar de que cuando llegan al poder se dedican a robar para pagar sus costosas campañas.

El clientelismo genera corrupción e ineficiencia en la administración pública; corroe el valor de lo público; convierte a los ciudadanos en limosneros y a los partidos en meras bolsas de empleos. Podemos mirar, por ejemplo, el incumplimiento y pérdida de miles de millones de pesos en la torre materno infantil del hospital y el reservorio de Neiva o en el distrito de riego Paicol-Tesalia.

Entonces, ¿debemos resignarnos y asumir que la política inevitablemente es corrupta? No. Eso sería como asumir que es no es posible que personas honradas aúnen esfuerzos para trabajar en una empresa o proyecto común con fines honestos.

Estoy convencido que dentro de los partidos tradicionales y sus descendientes es difícil implementar e institucionalizar las reformas que el país y el departamento requieren. El Huila requiere un movimiento político alternativo que demuestre que la política puede ser decente y mejorar la calidad de vida de todos los opitas. En Antioquia el movimiento Compromiso Ciudadano logró aglutinar a académicos, empresarios y ciudadanos inconformes con la política tradicional en un proyecto cívico que transformó a Medellín y ahora está transformando todo el departamento.

La conformación de un movimiento cívico de esta naturaleza, sin embargo, requiere tiempo y del trabajo perseverante y mancomunado de personas honestas, preparadas y hastiadas de la politiquería. Como en Medellín debemos pasar de la queja a la acción organizada para que la próxima sí sea. Sí podemos.

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