martes, 16 de mayo de 2017

Neiva: Ciudad sostenible y solidaria

Neiva necesita encontrar una visión de largo plazo para desarrollarse y así ofrecer un mejor nivel de vida a todos sus habitantes en armonía con el medio ambiente.

En ese sentido es de celebrar que la ciudad haya entrado a la Iniciativa de Ciudades Emergentes y Sostenibles (ICES) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el 2016.

La ICES es definida como un programa de asistencia técnica no-reembolsable que apoya a los gobiernos locales en el desarrollo y ejecución de planes de sostenibilidad urbana.

Ciclovía arborizada en Berlín
Según el BID, el programa emplea un enfoque integral e interdisciplinario para identificar, organizar y priorizar intervenciones urbanas para hacer frente a los principales obstáculos que impiden el crecimiento sostenible de las ciudades emergentes de América Latina y el Caribe. Este enfoque transversal se basa en tres pilares: (i) sostenibilidad medioambiental y de cambio climático; (ii) sostenibilidad urbana y; (iii) sostenibilidad fiscal y gobernabilidad.

En el 2012 el BID estableció una guía metodológica que ya se está aplicando en 77 ciudades latinoamericanas; 17 de ellas son colombianas entre las que se encuentran, por ejemplo, Bucaramanga, Montería, Manizales, Pasto, Barranquilla y Valledupar.

Ciclovía en Montería


La iniciativa define a las ciudades sostenibles como aquellas que ofrecen una buena calidad de vida a sus ciudadanos, minimizan sus impactos al medio natural, preservan sus activos ambientales y físicos para generaciones futuras, y a través de ello promueven su productividad; a la vez que cuentan con un gobierno local con capacidad fiscal y administrativa para llevar a cabo sus funciones urbanas con la participación activa de la ciudadanía.

En el caso de Colombia, Findeter ha denominado la iniciativa como Programa de Ciudades Sostenibles y Competitivas, introduciendo un cuarto pilar llamado Sostenibilidad Económica y Social (al dividir la dimensión urbana). En énfasis en “competitividad” y  “social” seguramente se debe a que en Colombia la narrativa neoliberal ha determinado la política económica desde los 90s y a que se cree que el rótulo de “social” permite una mayor aceptación por parte de los ciudadanos.

La metodología consta de dos etapas. En la primera se desarrolla un plan de acción a través de una diagnóstico rápido que permite llegar a propuestas concretas para intervenir en las áreas identificadas como críticas, estimando aproximadamente 120 indicadores sobre 23 temas.  En la segunda se empieza a ejecutar dicho plan de acción y se pone en marcha un sistema de monitoreo ciudadano.

Los principales insumos técnicos que se utilizan en la priorización del plan de acción son los estudios base de cambio climático y el estudio de impacto del crecimiento urbano, que para el caso de Neiva ya fueron realizados. También se realizó un estudio base adicional sobre Desarrollo económico y productividad por parte de la consultora Idencity, liderada por Jordi Hereu exalcalde de Barcelona.

Ciclovía en Copenhague (Dinamarca)


Los neivanos debemos aprovechar esta oportunidad para repensar nuestro territorio proyectándolo al futuro con una nueva visión de desarrollo centrada en el ser humano como parte de un organismo vivo – el planeta Tierra –, territorio ubicado al lado de una de sus principales arterias – el rio Magdalena. El cambio climático es una realidad que nos debe llevar a replantearnos nuestros modos de producción, consumo, movilidad y uso de energía, así como nuestra relación con la naturaleza.

No podemos seguir pensando que desarrollo es cortar árboles y acabar humedales para sembrar cemento.

Los esfuerzos de esta iniciativa se deben articular de una vez con la actualización del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y con la estructuración del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) para evitar improvisaciones y un crecimiento desordenado y excluyente de la ciudad. El enfoque se debe desarrollar de una manera ampliamente participativa e incluyente, priorizando las intervenciones sociales que ayuden a solucionar la situación de extrema necesidad de miles de ciudadanos que viven en los más de 130 asentamientos informales de la ciudad.

Es necesario asegurarnos de que estos enfoques valoren de manera apropiada el sector rural, teniendo en cuenta nuestro contexto particular, los cuales deben, por ejemplo, promover la alimentación de proximidad e incentivar formas de agricultura local, bajas en energía y agua.

Imagen satelital de Neiva (Google maps)

Debemos pensar la ciudad para que sea productiva priorizando, por ejemplo, la agroindustria, el turismo, la industria de las TIC y la logística; sin caer, no obstante, en la lógica neoliberal deshumanizante y depredadora del planeta.

Debemos considerar  la peatonalización del centro urbano dándole prioridad al transporte público, el peatón y  la bicicleta – necesitamos una ciudad caminable y con muchas zonas verdes de esparcimiento y encuentro familiar. ¡Emprendamos un plan agresivo de arborización de las vías de la ciudad!

Como dice Edgar Morin, necesitamos promover una política de civilización que restaure las solidaridades, rehumanice las ciudades, revitalice el mundo rural, revierta la hegemonía de lo cuantitativo en provecho de lo cualitativo para que prime la calidad de la vida, y, así, contribuya a reformar la existencia. En conclusión, ¡necesitamos una Neiva sostenible y solidaria!