Neiva necesita encontrar
una visión de largo plazo para desarrollarse y así ofrecer un mejor nivel de
vida a todos sus habitantes en armonía con el medio ambiente.
En ese sentido es de
celebrar que la ciudad haya entrado a la Iniciativa de Ciudades Emergentes y
Sostenibles (ICES) del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el 2016.
La ICES es definida como
un programa de asistencia técnica no-reembolsable que apoya a los gobiernos
locales en el desarrollo y ejecución de planes de sostenibilidad urbana.
Ciclovía arborizada en Berlín |
En el 2012 el BID estableció
una guía metodológica que ya se está aplicando en 77 ciudades latinoamericanas;
17 de ellas son colombianas entre las que se encuentran, por ejemplo, Bucaramanga,
Montería, Manizales, Pasto, Barranquilla y Valledupar.
Ciclovía en Montería |
En el caso de Colombia,
Findeter ha denominado la iniciativa como Programa de Ciudades Sostenibles y
Competitivas, introduciendo un cuarto pilar llamado Sostenibilidad Económica y
Social (al dividir la dimensión urbana). En énfasis en “competitividad” y “social” seguramente se debe a que en
Colombia la narrativa neoliberal ha determinado la política económica desde los
90s y a que se cree que el rótulo de “social” permite una mayor aceptación por
parte de los ciudadanos.
La metodología consta de
dos etapas. En la primera se desarrolla un plan de acción a través de una
diagnóstico rápido que permite llegar a propuestas concretas para intervenir en
las áreas identificadas como críticas, estimando aproximadamente 120
indicadores sobre 23 temas. En la segunda
se empieza a ejecutar dicho plan de acción y se pone en marcha un sistema de monitoreo
ciudadano.
Los principales insumos
técnicos que se utilizan en la priorización del plan de acción son los estudios
base de cambio climático y el estudio de impacto del crecimiento urbano, que
para el caso de Neiva ya fueron realizados. También se realizó un estudio base
adicional sobre Desarrollo económico y productividad por parte de la consultora
Idencity, liderada por Jordi Hereu exalcalde de Barcelona.
Ciclovía en Copenhague (Dinamarca) |
Los neivanos debemos
aprovechar esta oportunidad para repensar nuestro territorio proyectándolo al
futuro con una nueva visión de desarrollo centrada en el ser humano como parte
de un organismo vivo – el planeta Tierra –, territorio ubicado al lado de una
de sus principales arterias – el rio Magdalena. El cambio climático es una
realidad que nos debe llevar a replantearnos nuestros modos de producción,
consumo, movilidad y uso de energía, así como nuestra relación con la
naturaleza.
No podemos seguir
pensando que desarrollo es cortar árboles y acabar humedales para sembrar
cemento.
Los esfuerzos de esta
iniciativa se deben articular de una vez con la actualización del Plan de
Ordenamiento Territorial (POT) y con la estructuración del Sistema Estratégico
de Transporte Público (SETP) para evitar improvisaciones y un crecimiento desordenado y excluyente de la ciudad. El enfoque se debe desarrollar de una manera ampliamente
participativa e incluyente, priorizando las intervenciones sociales que ayuden
a solucionar la situación de extrema necesidad de miles de ciudadanos que viven
en los más de 130 asentamientos informales de la ciudad.
Es necesario asegurarnos
de que estos enfoques valoren de manera apropiada el sector rural, teniendo en
cuenta nuestro contexto particular, los cuales deben, por ejemplo, promover la
alimentación de proximidad e incentivar formas de agricultura local, bajas en
energía y agua.
Debemos pensar la ciudad
para que sea productiva priorizando, por ejemplo, la agroindustria, el turismo,
la industria de las TIC y la logística; sin caer, no obstante, en la lógica
neoliberal deshumanizante y depredadora del planeta.
Debemos considerar la peatonalización del centro urbano dándole prioridad
al transporte público, el peatón y la
bicicleta – necesitamos una ciudad caminable y con muchas zonas verdes de
esparcimiento y encuentro familiar. ¡Emprendamos un plan agresivo de
arborización de las vías de la ciudad!
Como dice Edgar Morin,
necesitamos promover una política de civilización que restaure las
solidaridades, rehumanice las ciudades, revitalice el mundo rural, revierta la
hegemonía de lo cuantitativo en provecho de lo cualitativo para que prime la
calidad de la vida, y, así, contribuya a reformar la existencia. En conclusión,
¡necesitamos una Neiva sostenible y solidaria!